Homilía del Cardenal Robert Sarah en la Fiesta de San Juan de Ávila, 10 de mayo de 2017
Camino Católico
Publicado el 10 may. 2017 10 de mayo de 2017.- (13 TV / Camino católico) Con motivo de la celebración de la festividad de San Juan de Ávila, patrón del clero secular español, el Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, presidió una Eucaristía en la localidad de Montilla, Córdoba (España) donde recordó que este santo fue un “apóstol infatigable de la Palabra de Dios, modelo sacerdotal por la santidad de su vida y su celo apostólico”. El Obispo de la Diócesis de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, concelebró en la Eucaristía en la que también participó gran parte del clero diocesano.
Recordó que este Doctor de la Iglesia fue importante en la evangelización de Andalucía y pidió que, por medio de la “gracia santificante nos transforme en pastores infatigables de la Nueva Evangelización, en hombres inconformistas ante el pecado y la mediocridad espiritual, en creyentes orientados continuamente hacia la fuente de nuestra salvación, Jesucristo”.
Tomando el Evangelio del día, el Cardenal Sarah subrayó la importancia del testimonio. “La Iglesia nos enseña en su Magisterio que la santidad de vida va unida a un testimonio coherente en nosotros mismos con aquello que profesamos y predicamos”, afirmó.
Por eso el Purpurado animó a los sacerdotes a apoyarse en la caridad, “la fuerza que viene de lo alto, que nos santifica y nos vuelve aptos para el apostolado”.
Volviendo a la figura de San Juan de Ávila, el Cardenal recordó que “no se puede entender el sacerdocio sin una fe encarnada en obras de amor y de caridad pastoral de sacrificio y de contemplación”.
También afirmó que este santo era conocido como “el San Pablo español”, “un sacerdote de Dios que aspiró a la perfección de la fe, la esperanza y la caridad, sin escatimar ocasiones para proclamarlo”.
“El maestro Ávila fue un sacerdote consciente de participar del sacrificio de Cristo a favor de los hombres, celebrando los sacramentos principalmente la Eucaristía, ofreciendo la oración de intercesión para la vida del mundo”, declaró.
De esta manera, el Cardenal recordó que “el bienaventurado Juan de Ávila nos recuerda hoy y nos exhorta a que vivamos con caridad pastoral el ministerio sacerdotal que Cristo y su Iglesia nos ha confiado”.
“Una llamada urgente a la santidad, a ser evangelios vivos en medio del mundo, para ello estamos llamados a conservar libre del contagio del pecado todo nuestro ser ya que por el bautismo hemos sido hechos templos de Dios y por el sacramento del orden estamos llamado a ser altar de Dios”; afirmó.
Para ello animó a los sacerdotes a seguir los mismos medios que vivió y predicó San Juan de Ávila, que son la “oración, trabajo ascético, celebración de la Eucaristía, apostolado eficiente entre los fieles y todo ello con el testimonio personal de una vida consagrada a Dios”.
“No basta con no pecar, hay que edificar con la palabra y con la vida pues como decía San Juan de Ávila: 'Relicarios somos de Dios, casa de Dios'. La Eucaristía debe ser para nosotros el punto referencial de nuestro ministerio ya que quien ofrece a Cristo está llamado a ofrecerse con Él”, insistió.
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