El Papa en el Ángelus 1-7-18:
«la muerte que hay que temer es la del corazón endurecido por el mal»
«la muerte que hay que temer es la del corazón endurecido por el mal»
Camino Católico
Publicado el 1 jul. 2018 (Vatican News / Radio Vaticano / caminocatolico.org/home/)
00:00
Comentario: D. Mateo González: - Estimados espectadores de 13tv muy buenas tardes, bienvenidos vamos a escuchar las palabras de reflexión y de saludo del Papa Francisco. En este Ángelus del 8 de julio de 2018.
00:26
El Santo Padre:
Queridos hermanos y hermanas muy buenos días, la página del Evangelio de hoy presenta a Jesús que regrese a Nazareth y el sábado comienza a enseñar en la Sinagoga. Ya desde que se había ido y comenzó a predicar por todos los pueblos y las aldeas vecinas. No había vuelto nunca a poner un pie sobre su Tierra Natal, ha vuelto. Por lo tanto todo el país había reunido para escuchar a este Hijo del Pueblo, cuya fama de Maestro Sabio y de poderoso Sanador. Se había extendido se estaba extendiendo a través de la Galilea y más allá.
01:18
El Santo Padre:
Pero que aquello que podría considerarse un éxito se convirtió en un rechazo rotundo hasta el punto de que Jesús no pudo realizar allí ningún prodigio, sólo unas pocas curaciones. La dinámica de ese día es reconstruida con todo detalle por el Evangelista Marcos. La gente de Nazaret primero escucha y queda asombrada y después se preguntan perplejos ¿de dónde le vienen estas cosas, esta sabiduría? Y al final se escandalizan, reconociendo en Él al Carpintero, al Hijo de María, a Él al que han visto crecer.
02:13
El Santo Padre:
Por lo tanto Jesús concluye con la expresión que se ha convertido en el proverbial. «Un Profeta solo es despreciado en su tierra». Nos preguntamos ¿cómo es que los vecinos de Jesús pasan de la maravilla a la incredulidad? Hacen una comparación entre el origen humilde de Jesús y sus capacidades actuales. Es un Carpintero, no ha estudiado y sin embargo predica mejor que los Escribas y hace milagros. Y en lugar de abrirse a la realidad, se escandalizan.
03:03
El Santo Padre:
Según los habitantes de Nazaret, Dios es demasiado grande para rebajarse a hablar a través de un hombre tan sencillo, tan simple. Es el Escándalo de la Encarnación, el acontecimiento desconcertante de un Dios hecho carne, que piensa con mente humana. Trabaja y actúa con manos humanas, ama con corazón humano, un Dios que se cansa, come y duerme como uno de nosotros. El Hijo de Dios que transformado, revoca todo esquema humano, no son sólo los Discípulos los que han lavado los pies al Señor. Sino que es el Señor quien ha lavado los pies de los Discípulos.
03:57
El Santo Padre:
Esto es un motivo de escándalo y de incredulidad, no solo en aquella época, en todas las épocas, también hoy. Este cambio total hecho por Jesús compromete a sus Discípulos de ayer y hoy a una evaluación personal y comunitaria. También hoy en día te podemos correr la tentación de alimentar prejuicios que nos impiden captar la realidad. Pero el Señor nos invita a asumir una actitud de escucha humilde y de espera dócil. Porque la gracia de Dios a menudo se nos presenta de manera sorprendente, que no se corresponden con nuestras expectativas.
04:57
El Santo Padre:
Pensemos juntos, en la Madre Teresa de Calcuta por ejemplo. Una pequeña religiosa muy pequeña, ninguno daba 10 liras por ella. Que iba por las calles recogiendo los moribundos, para que tuviesen una muerte digna. Y ésta monjita con la Oración y su Obra y su actuación, ha hecho maravillas. La pequeñez de una mujer que ha revolucionado, el trabajo la puesta en práctica de la caridad de la Iglesia. Es un ejemplo de nuestros días, Dios no se conforma, no se ajusta a nuestros prejuicios, debemos esforzarnos por abrir el corazón y la mente para acoger la Realidad Divina que viene a nuestro encuentro.
06:07
El Santo Padre:
Se trata de tener Fe, la falta de Fe es un obstáculo para la gracia de Dios. Muchos Bautizados viven como si Cristo no existiera. Repiten los gestos y los signos de la Fe, pero a ellos no les corresponde una verdadera adhesión a la persona de Jesús, y a su Evangelio. Cada Cristiano, todos nosotros, cada uno de nosotros está llamado a profundizar esta pertenencia fundamental. Tratando de testimoniarla con una coherente conducta de vida. Cuyo hilo conductor siempre será la Caridad. Pidamos al Señor por Intercesión de la Virgen María que disuelva la dureza del corazón y la estrechez de mente. Para que estemos abiertos a su Gracia, a su Verdad, a su Misión de bondad y misericordia.
07:11
El Santo Padre:
Que se dirige a todos, sin ninguna exclusión.
07:19
Comentario: D. Mateo González: - Aquí el Papa ha comentado el Evangelio de hoy del Marcos y comenzamos la Oración del Ángelus.
07:22
Su Santidad el Papa Francisco:
Comentario: D. Mateo González: - Estimados espectadores de 13tv muy buenas tardes, bienvenidos vamos a escuchar las palabras de reflexión y de saludo del Papa Francisco. En este Ángelus del 8 de julio de 2018.
00:26
El Santo Padre:
Queridos hermanos y hermanas muy buenos días, la página del Evangelio de hoy presenta a Jesús que regrese a Nazareth y el sábado comienza a enseñar en la Sinagoga. Ya desde que se había ido y comenzó a predicar por todos los pueblos y las aldeas vecinas. No había vuelto nunca a poner un pie sobre su Tierra Natal, ha vuelto. Por lo tanto todo el país había reunido para escuchar a este Hijo del Pueblo, cuya fama de Maestro Sabio y de poderoso Sanador. Se había extendido se estaba extendiendo a través de la Galilea y más allá.
01:18
El Santo Padre:
Pero que aquello que podría considerarse un éxito se convirtió en un rechazo rotundo hasta el punto de que Jesús no pudo realizar allí ningún prodigio, sólo unas pocas curaciones. La dinámica de ese día es reconstruida con todo detalle por el Evangelista Marcos. La gente de Nazaret primero escucha y queda asombrada y después se preguntan perplejos ¿de dónde le vienen estas cosas, esta sabiduría? Y al final se escandalizan, reconociendo en Él al Carpintero, al Hijo de María, a Él al que han visto crecer.
02:13
El Santo Padre:
Por lo tanto Jesús concluye con la expresión que se ha convertido en el proverbial. «Un Profeta solo es despreciado en su tierra». Nos preguntamos ¿cómo es que los vecinos de Jesús pasan de la maravilla a la incredulidad? Hacen una comparación entre el origen humilde de Jesús y sus capacidades actuales. Es un Carpintero, no ha estudiado y sin embargo predica mejor que los Escribas y hace milagros. Y en lugar de abrirse a la realidad, se escandalizan.
03:03
El Santo Padre:
Según los habitantes de Nazaret, Dios es demasiado grande para rebajarse a hablar a través de un hombre tan sencillo, tan simple. Es el Escándalo de la Encarnación, el acontecimiento desconcertante de un Dios hecho carne, que piensa con mente humana. Trabaja y actúa con manos humanas, ama con corazón humano, un Dios que se cansa, come y duerme como uno de nosotros. El Hijo de Dios que transformado, revoca todo esquema humano, no son sólo los Discípulos los que han lavado los pies al Señor. Sino que es el Señor quien ha lavado los pies de los Discípulos.
03:57
El Santo Padre:
Esto es un motivo de escándalo y de incredulidad, no solo en aquella época, en todas las épocas, también hoy. Este cambio total hecho por Jesús compromete a sus Discípulos de ayer y hoy a una evaluación personal y comunitaria. También hoy en día te podemos correr la tentación de alimentar prejuicios que nos impiden captar la realidad. Pero el Señor nos invita a asumir una actitud de escucha humilde y de espera dócil. Porque la gracia de Dios a menudo se nos presenta de manera sorprendente, que no se corresponden con nuestras expectativas.
04:57
El Santo Padre:
Pensemos juntos, en la Madre Teresa de Calcuta por ejemplo. Una pequeña religiosa muy pequeña, ninguno daba 10 liras por ella. Que iba por las calles recogiendo los moribundos, para que tuviesen una muerte digna. Y ésta monjita con la Oración y su Obra y su actuación, ha hecho maravillas. La pequeñez de una mujer que ha revolucionado, el trabajo la puesta en práctica de la caridad de la Iglesia. Es un ejemplo de nuestros días, Dios no se conforma, no se ajusta a nuestros prejuicios, debemos esforzarnos por abrir el corazón y la mente para acoger la Realidad Divina que viene a nuestro encuentro.
06:07
El Santo Padre:
Se trata de tener Fe, la falta de Fe es un obstáculo para la gracia de Dios. Muchos Bautizados viven como si Cristo no existiera. Repiten los gestos y los signos de la Fe, pero a ellos no les corresponde una verdadera adhesión a la persona de Jesús, y a su Evangelio. Cada Cristiano, todos nosotros, cada uno de nosotros está llamado a profundizar esta pertenencia fundamental. Tratando de testimoniarla con una coherente conducta de vida. Cuyo hilo conductor siempre será la Caridad. Pidamos al Señor por Intercesión de la Virgen María que disuelva la dureza del corazón y la estrechez de mente. Para que estemos abiertos a su Gracia, a su Verdad, a su Misión de bondad y misericordia.
07:11
El Santo Padre:
Que se dirige a todos, sin ninguna exclusión.
07:19
Comentario: D. Mateo González: - Aquí el Papa ha comentado el Evangelio de hoy del Marcos y comenzamos la Oración del Ángelus.
07:22
Su Santidad el Papa Francisco:
ORACIÓN del ÁNGELUS
℣. El Ángel del Señor anunció a María,
℟. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
AVE MARÍA: Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
℟. Amén.
℣. He aquí la esclava del Señor.
℟. Hágase en mi según tu palabra.
AVE MARÍA: Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
℟. Amén.
℣. Y el Verbo se hizo carne.
℟. Y habitó entre nosotros.
AVE MARÍA: Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
℟. Amén.
℣. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
℟. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oremos:
Infunde, Señor, tu gracia en nuestras almas, para que los que hemos conocido por el Anuncio del Ángel la encarnación de tu Hijo Jesucristo, lleguemos, por los méritos de su Pasión y su Cruz, a la Gloria de la Resurrección.
℣. Por Jesucristo Nuestro Señor.
℟. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
℣. Por los fieles difuntos, concédeles Señor el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua. Descanse en Paz
℟. Amén.
℣. El Ángel del Señor anunció a María,
℟. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
AVE MARÍA: Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
℟. Amén.
℣. He aquí la esclava del Señor.
℟. Hágase en mi según tu palabra.
AVE MARÍA: Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
℟. Amén.
℣. Y el Verbo se hizo carne.
℟. Y habitó entre nosotros.
AVE MARÍA: Dios te salve, María, llena de gracia, el Señor es contigo. Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte.
℟. Amén.
℣. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
℟. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oremos:
Infunde, Señor, tu gracia en nuestras almas, para que los que hemos conocido por el Anuncio del Ángel la encarnación de tu Hijo Jesucristo, lleguemos, por los méritos de su Pasión y su Cruz, a la Gloria de la Resurrección.
℣. Por Jesucristo Nuestro Señor.
℟. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
℣. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
℟. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos.
℟. Amén.
℣. Por los fieles difuntos, concédeles Señor el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua. Descanse en Paz
℟. Amén.
ÁNGELUS DOMINI
℣. Ángelus Dómini nuntiávit Maríae.
℟. Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae.
℟. Amén.
℣. Ecce ancílla Dómini.
℟. Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae.
℟. Amén.
℣. Et Verbum caro factum est.
℟. Et habitávit in nobis.
Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae.
℟. Amén.
℣. Ora pro nobis, sancta Dei Génitrix.
℟. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.
Orémus:
Grátiam tuam, quaésumus, Dómine, méntibus nostris infúnde: ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui Incarnatiónem cognóvimus, per Passiónem ejus et Crucem ad resurrectiónis glóriam perducámur.
℣. Per eúmdem Christum Dóminum nostrum.
℟. Amén.
℣. Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saeccula saeculorum.
℟. Amén.
℣. Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saeccula saeculorum.
℟. Amén.
℣. Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saeccula saeculorum.
℟. Amén.
℣. Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saeccula saeculorum.
℟. Amén.
℣. Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saeccula saeculorum.
℟. Amén.
℣. Por los fieles difuntos, Requiem æternam dona eis, Domine. Et lux perpetua luceat eis. Requiescant in pace.
℟. Amén.
℣. Ángelus Dómini nuntiávit Maríae.
℟. Et concépit de Spíritu Sancto.
Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae.
℟. Amén.
℣. Ecce ancílla Dómini.
℟. Fiat mihi secúndum verbum tuum.
Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae.
℟. Amén.
℣. Et Verbum caro factum est.
℟. Et habitávit in nobis.
Ave Maria, gratia plena; Dominus tecum: benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui Iesus.
Sancta Maria, Mater Dei ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae.
℟. Amén.
℣. Ora pro nobis, sancta Dei Génitrix.
℟. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.
Orémus:
Grátiam tuam, quaésumus, Dómine, méntibus nostris infúnde: ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui Incarnatiónem cognóvimus, per Passiónem ejus et Crucem ad resurrectiónis glóriam perducámur.
℣. Per eúmdem Christum Dóminum nostrum.
℟. Amén.
℣. Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saeccula saeculorum.
℟. Amén.
℣. Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saeccula saeculorum.
℟. Amén.
℣. Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saeccula saeculorum.
℟. Amén.
℣. Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saeccula saeculorum.
℟. Amén.
℣. Gloria Patri, et Fili, et Spiritui Sancto.
℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper, et in saeccula saeculorum.
℟. Amén.
℣. Por los fieles difuntos, Requiem æternam dona eis, Domine. Et lux perpetua luceat eis. Requiescant in pace.
℟. Amén.
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